Imagina una tendencia en donde la
arquitectura no satisfaga los intereses propios del arquitecto, sino que los de
la naturaleza. ¿Parece descabellado? No lo es. Existe y se llama arquitectura
orgánica.
La arquitectura orgánica, también llamada
"organicismo", nació en EU cerca del año 1940 cuando se produjo una
crisis del racionalismo, aunque acepta muchas de las soluciones técnicas
aportadas por éste.
Fue una forma de ir en contra la escuela de
Bauhaus. Para la arquitectura orgánica, las construcciones no deben desafiar a
la naturaleza, sino que ser una proyección de ésta. La principal premisa es que
el arquitecto se pone al servicio de la obra que ejecuta, interpretando a los
usuarios, al entorno, los materiales, con amor y humildad. El arquitecto
internaliza que él y su obra son parte de un todo y que sin ese todo él no es
nada.
Los materiales utilizados son
fundamentalmente naturales (arcilla, piedra, madera) y, ojalá, del mismo lugar
en donde se hace la obra. La idea es utilizar materiales en su estado más
natural posible. Si no es el caso, la opción es elementos reciclados o que
hayan demandado un bajo nivel de energía en su fabricación.
Otra característica de la arquitectura
orgánica es que la forma de las construcciones debe estar en armonía con el
entorno natural y aceptar las modificaciones que éste induzca.
Los principales exponentes
La arquitectura orgánica cuenta con varios
exponentes cuya concepción de la arquitectura
es más humana. Conócelos:
· Frank Lloyd Wright: Para muchos es el
precursor de la arquitectura orgánica, pues reaccionó con fuerza contra la
arquitectura funcional y racional, fundando el movimiento organicista.
“La arquitectura orgánica es el ideal
moderno y la enseñanza tan necesaria si queremos ver el conjunto de la vida, y
servir ahora al conjunto de la vida, sin anteponer ninguna tradición. No
exaltando ninguna forma fija sobre nosotros, sino exaltando las sencillas leyes
del sentido común. ¿La forma sigue a la función? Sí, pero lo que importa más
ahora es que la forma y la función son una”, dijo el norteamericano.
Lo que hizo Lloyd fue humanizar la
arquitectura, hacer que la estructura se extendiera de adentro hacia afuera y
de acuerdo a las necesidades reales de quien la habita.
Una de las grandes influencias que tuvo el
arquitecto fue durante un viaje a Japón. Esto queda de manifiesto en el uso que
hace de los espacios interiores: deben ser amplios y continuos, con los
materiales en su estado natural. Su obra más representativa es “La casa de la
Cascada”.
· Ludwig Mies van der Rohe: Su consagración
se produjo en 1929, cuando realizó el pabellón de Alemania para la Exposición
Internacional de Barcelona, considerado su obra maestra y una de las obras
arquitectónicas más influyentes del siglo XX.
En esa construcción vemos rasgos de la
arquitectura orgánica. ¿Uno de los principales? La simplicidad y la continuidad
de los espacios, que parecen no tener principio ni fin.
· Le Corbusier: Es considerado como uno de
los más claros exponentes de la arquitectura moderna (que engloba a la arquitectura
orgánica) y uno de los más influyentes del siglo XX.
Le Corbusier hablaba de ir “hacia una
arquitectura”, y por eso, produjo una arquitectura polémica, a ratos utópica,
donde se plasmaban prototipos de la
arquitectura del futuro. En sus construcciones se aprecia a la arquitectura
como capaz de diseñarlo todo.
Es conocido por su definición de La machine
à habiter (la máquina de habitar) Con esto, Le Corbusier ponía énfasis no sólo
el componente funcional de la vivienda, sino que esta funcionalidad debe estar
destinada al vivir, comprendiéndose esto último desde un punto de vista
metafísico. Para él, la arquitectura debía generar belleza y ésta debía
repercutir en la forma de vida de los ocupantes de los edificios.
· Oscar Niemeyer: Este arquitecto transmite
en su obra el espíritu de la existencia y de la búsqueda de mutaciones
prodigiosas.
Una de sus más famosas obras es la Casa das
Canoas, su residencia familiar. Para los expertos, la casa es la síntesis de la
arquitectura moderna de libre creación autoral.
La característica más particular de su obra
es la fusión de la arquitectura orgánica y la arquitectura minimalista. Se
atrevió a romper con la monótona racionalidad imperante por los años 40.
Destaca en su obra la originalidad de su trazo y su imaginación a la hora de
proyectar los edificios, siempre sinuosos y revolucionarios, como su propia
personalidad.
Da especial énfasis a las líneas curvas:
“No es el ángulo recto el que me atrae, ni la línea recta, dura, inflexible. Lo
que me atrae es la curva libre y sensual. La curva que encuentro en las
montañas de mi país, en el curso sinuoso de sus ríos, en las nubes del cielo,
en el cuerpo de la mujer amada. De curvas está hecho todo el Universo”, decía.
A la pregunta de cual es el papel de la arquitectura
en el siglo XXI, responde: “el papel del arquitecto será luchar por un mundo
mejor, donde pueda hacer una arquitectura que sirva a todos y no sólo a un grupo
de hombres privilegiados”.
· Frank O. Gerhy: Este arquitecto es
conocido por las innovadoras y peculiares formas de los edificios que diseña.
Una de sus obras maestras es el Museo
Guggenheim de Bilbao, donde se destacan las formas retorcidas y curvas
deformadas por exteriores de titanio que le dan una forma de arquitectura orgánica característica.
Los edificios de Gehry se caracterizan por
su énfasis de las características de los lugares en que son construidos. El
arquitecto usa constantemente metal, piedra y agua.
Gehry considera que la arquitectura es un
arte, en el sentido de que una vez terminado un edificio, éste debe ser una
obra de arte, como si fuese una escultura.
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